"Empezamos en la agricultura ecológica con incertidumbre y ya llevamos 20 años"

Arantzazu Aldanondo recibió en diciembre el premio a Toda Una Vida dedicada a la Agricultura Ecológica, otorgado por CPAEN/NNPEK anualmente a personas que han apostado desde siempre por la agroecología. Ecologista, mujer, agricultora y de La Ribera, tiene claro que no hay otra forma de cultivar que no sea la que respeta la naturaleza.

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¿Cómo empezaste en la agricultura ecológica?

Nuestra finca, La Corraliza de Valdecruz, es una finca familiar desde hace generaciones. Cuando llegó el momento decidimos apostar por la agricultura ecológica, hace ya veinte años, y hemos pasado por todo, momentos duros y menos duros. Pero después de dos décadas puedo decir que estamos orgullosas de haberlo conseguido, de tener una explotación rentable, porque está claro que si no lo fuera no podríamos haber continuado. Ese era el reto que nos planteamos en su momento. Aquella decisión la tomamos pensando en el futuro, en dejar a nuestras hijas una tierra mejor de la que encontramos y pensando también en tener un elemento diferenciador, porque nos resultaba difícil competir con otras zonas más lluviosas y con más rendimiento del cereal.

¿Qué supone trabajar en ecológico?

Supone respetar la tierra donde trabajas y hacer las cosas bien, si visitas nuestra finca verás que es diferente, hay un ecosistema. Eso quiere decir no utilizar abonos ni fertilizantes y tener todo muy controlado; en Navarra se controla mucho la certificación, a cargo de CPAEN, tenemos inspecciones todos los años y debe ser así.

¿Cuáles son las claves de una finca cerealista ecológica?

Por una parte la extensión, tenemos una finca muy grande y eso nos permite competir con otras zonas que tienen mayor productividad. Para nosotras la clave está en eso y en la planificación, que se ha con vertido en algo tan importante como la siembra. Planificar las rotaciones es importantísimo, qué poner y qué no poner. Se trata de dejar descansar la tierra, de rotar con leguminosas y aportarle fertilidad. Manejamos una finca de 700 hectáreas, con casi la mitad dedicada al cultivo y no podemos utilizar abonos ni fertilizantes, si planificáramos mal no saldría adelante.

Trabajas junto tu marido y tu hermana

Si, cada uno nos dedicamos a una cosa y nos organizamos. Mi marido, César del Álamo, se dedica sobre todo al tractor, aunque de vez en cuando también lo cojo yo y mi hermana Blanca lleva la contabilidad. Yo me encargo de toda la planificación y de las ventas, aunque te toca hacer un poco de todo.

Mujer y agricultora ¿Qué supone?

El ser mujer siempre ha sido un condicionante, en nuestro sector son todo hombres y personas mayores que cuando te ven en el campo con el tractor llegan a preguntarle a mi marido “que pasa, que no puedes hacerlo tú”... Tela marinera. Si estás en labores de planificación, de gestión, de administración o de venta es diferente, pero cuando te ven en el campo oigo ese tipo de comentarios. Aunque poco a poco se van abriendo.

¿Cómo ves el futuro de vuestra explotación, seguirán las siguientes generaciones?

Nosotras seguimos la tradición de nuestros padres y después les legaremos la finca a nuestras hijas. Es un legado y hay que continuarlo. Luego puedes dedicarte a otras cosas, pero gestionas la tierra y sigues adelante. Es como una bodega, si la heredas de tus padres tú sigues adelante, y eso espero que sea lo que hagan las siguientes generaciones. Como te digo es un legado familiar que continuará, y lo hará por supuesto en ecológico.

 

 

 

 

 

 

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