Cuéntanos tu trayectoria ecológica, ¿cómo empezaste?
Mi explotación son vacas de carne, y llevo en ganadería ecológica siete años. Tengo de 60 a 70 vacas madres nodrizas, que están en 800 hectáreas de monte y pastos en Petilla de Aragón, certificados en ecológico. Las vacas viven en semi libertad, están todo el año a la intemperie, nunca están encerradas, disponen de pastos todo el año y si escasea en invierno les damos forraje al aire libre.
En ese aspecto, el bienestar animal se nota. Yo lo noto mucho respecto a enfermedades. El ganado que está al aire libre da mucho menos problemas de enfermedades y también de manejo. La gente me pregunta si pasan frío en invierno; son animales que se acostumbran y echan pelo. Yo no uso ningún tipo de antibiótico, ni he necesitado y la verdad que es un ganado muy sano. El 99% de enfermedades en ganadería suelen aparecer en cuadras, en sitios cerrados, suelos sucios… y esa es una de las ventajas que tiene la producción al aire libre.
¿Cómo es tu día a día con el ganado?
Cada día es diferente; pero en general es dar una vuelta por el monte, que estén todas las vacas en su sitio, que no haya ninguna incidencia, que no se hayan salido el cercado, y llevarlas de unos pastos a otros.
Hacemos venta directa y cada dos meses al año repartimos lotes. Esos días son muy intensos, hay que preparar los lotes y repartirlos. Otro trabajo que también nos lleva mucho tiempo y que todos los ganaderos se quejan es el papeleo.
¿Toda la comercialización la realizas a través de la venta directa?
Sí. Hago el ciclo cerrado a través de la venta directa. Hacemos lotes de 10kg y repartimos a domicilio a particulares; así saco adelante toda la producción que tengo. Son lotes con paquetes de carne de picadillo, filetes, chuletas… La venta directa suelen ser 10 u 11 días al año. Estoy contento porque tiene mucha aceptación y te da un valor añadido. Producimos de la manera más limpia posible, de manera ecológica y eso también te da una recompensa.
Atender la ganadería es un trabajo en equipo. Desde el principio, me apoyo mucho en mi mujer. Yo sobretodo me ocupo de atender el ganado y ella se volcó desde el comienzo en el papeleo, la venta directa y la logística; aunque muchos días está en el manejo también.
Mi mujer también me animó mucho a darle ese valor añadido y a certificarlo en ecológico. Es un trabajo muy gratificante y la gente lo valora. Nos dicen que la carne está muy buena, que se nota la diferencia. Tenemos un precio muy competitivo y mi mujer es la mejor comercial. Sin ella no estaría donde estoy.
La apuesta familiar ha sido quedarse en el pueblo. ¿Por qué?
Mi mujer y yo lo tenemos muy claro. En el entorno rural la calidad de vida es mucho mayor. Es una decisión personal de cada uno, pero ahora hay mucha movilidad y puedes tener una calidad de vida muy alta. Tengo mi lugar de trabajo, mi oficina, en los montes de Petilla; es un lujo.
¿Cómo ha sido la transición de convencional a ecológico?
Tiene que ver sobretodo con esa conciencia de producir de la manera más limpia posible. Somos lo que comemos, ¿no? Producir alimentos de la manera más saludable posible es una satisfacción. Sabes que no tiene ningún residuo ni resto de fungicida ni biocida.
Es cierto que en convencional basaba la alimentación de mis vacas en el comunal de Petilla de Aragón y no estaban estabuladas. Por eso, la transición a ganadería ecológica fue más sencilla. La certificación implica una normativa más estricta, pero el manejo me ha parecido sencillo.
Como he comentado, tengo todo el ganado en el comunal de Petilla de Aragón; en total hay 1.400 hectáreas certificadas en ecológico, y sabes que en esa tierra no se utilizan pesticidas. Es una manera de cuidar nuestro entorno y a la sociedad en general. Comparto el comunal con otra ganadera ecológica.
¿Animarías a más personas ganaderas a iniciar la transición hacia una producción ecológica?
Sí que animaría a más personas a cambiarse a la producción ecológica, sobre todo para darle un valor añadido a sus productos. Bien es cierto que la inmensa mayoría que se pasan a ecológico no vuelven a convencional: se consigue incrementar algo más los márgenes y se produce con más satisfacción.
El futuro no es sólo apostar por la agricultura y ganadería ecológica, sino apostar por la pequeña y mediana explotación, una forma muchísimo más viable de producir alimentos de calidad y de mantener muchísimos territorios que se están despoblando.